Un acontecimiento importante había comenzado poco a poco en el siglo 13 que iba a tener la mayor influencia en la escultura como un todo. Los potros aumento de personal y familiar de la Edad Media llevó a los individuos desean perpetuar a sí mismos oa sus familias y la posición en la jerarquía gobernante. La idea de crear tumbas de las personas reales orspecially venerados había existido siempre, aunque la práctica se restringió de manera justa y la preocupación con la escultura muy limitado.
Al comienzo del nuevo desarrollo de la iniciativa era, por supuesto, a cargo de las tumbas de los reyes (como el monumento de Enrique III en la Abadía de Westminster) o los mayores príncipes, laicos o eclesiásticos. Afortunadamente, la idea se infiltró rápidamente hacia abajo, y la tumba se había convertido en un símbolo de estatus de la familia.
Al principio no parece haber hecho poco o nada en el retrato o la representación personal exacta, incluso en los monumentos reales, y no es hasta que llegamos a la mitad del siglo 14 o un poco más tarde, que el retrato se hace más importante, aunque incluso entonces era muy raro. Un ejemplo de esta creciente importancia es la tumba de Eduardo III, en la Abadía de Westminster.
Jefe de la efigie de Eduardo III
1390 Bronce Abadía de Westminster, Londres
ESCULTOR GÓTICO, Inglés
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An important development had begun gradually in the 13th century which was to have the greatest influence on sculpture as a whole. The rising personal and family colts of the late Middle Ages led individuals to wish to perpetuate themselves or their families and position in the ruling hierarchy. The idea of creating tombs for royal orspecially revered persons had always existed, though the practice was fairly restricted and the concern with sculpture very limited.
At the beginning of the new development the lead was, of course, given by the tombs of kings (like the monument of Henry III in the Westminster Abbey) or the greater princes, lay or ecclesiastical. Fortunately, the idea percolated rapidly downwards, and tomb had become a family status symbol.
At the outset there seems to have been little or no attempt at portraiture or exact personal representation even on the royal monuments, and it is not until we come to the middle of the 14th century or a little later, that portraiture becomes more important, though even then it was rare. An example of this increased importance is the tomb of Edward III in the Westminster Abbey.
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