sábado, julio 16, 2011

beato junipero serra


No obstante sus achaques y las incomodidades de los viajes, Fray Junípero, sin reparar en ellos, toma el camino de la Corte del Virreinato de Méjico, para tratar allí la marcha de las misiones y solucionar las impertinentes y molestas discrepancias habidas con el Gobernador de California. El Virrey D. Antonio María Bucareli recibió con afecto singular al celoso misionero. Escuchó sus razones y quedó persuadido tanto de sus argumentos como de su celo y santidad. Serra actuaba con tal entusiasmo y firmeza, que no sólo convenció y salió airoso de sus gestiones, sino que además pudo volver a sus misiones cargado con abundantes alimentos, telas y utensilios de toda clase.
Con tales refuerzos y amparado en las nuevas normas dictadas para el gobierno de la Provincia de California, elaboradas por él y aprobadas por el Virrey, Junípero inyecta mayores entusiasmos a sus misioneros, y de nuevo se abren más amplios horizontes al celo evangelizador de aquellos hombres.
Ya habían sido fundadas las misiones de san diego, san carlos en carmelo, san antonio, San Gabriel y San Luis Obispo; ahora se establecerán las de san francisco de asis, san juan capistrano, Santa Clara y San Buenaventura. Además, se inicia la fundación de santa barbara, que el P. Serra no llegará a ver coronada porque le visitará antes la hermana muerte.
Su celo por las almas y su dinamismo por levantar más obras, lo espoleaban continuamente para trasladarse de cerro en cerro, entre valles y montañas, y así poder congregar al indio disperso y desprovisto de todo, dándole cobijo y sustento junto a la acogedora misión. Miles y miles de kilómetros pisó en su fecunda vida. Cojeando y valiéndose de un bastón, cruza repetidas veces los floridos campos californianos para visitar las misiones y estar con sus hermanos los misioneros. A todos escucha y atiende. Se hace cargo de cada situación concreta. Busca y presenta acertadas soluciones. Da nuevas orientaciones y consejos acertados. Predica, bautiza, confirma, confiesa y aún le queda tiempo, para él el más precioso, en el que se ocupa de los problemas y necesidades de sus queridos indios.
Aquel hombre de temperamento fuerte y de carácter firme, pero afable, de dotes singulares y de ambiciosas iniciativas, nunca cedió ni jamás retrocedió. Pero al fin cayó rendido en el encuentro con la hermana muerte. Su fallecimiento ocurrió el 28 de Agosto de 1784, en la mision de san carmelo borromeo, junto al río Carmelo, cerca de monterey antes mejico ahora usa


beato junipero serra